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Mostrando entradas de agosto, 2008

Viajar

Viajar, cambiar los escenarios y los personajes, comprobar la elasticidad de las costumbres, estirar los músculos ocultos de aquello que se da por sentado, de lo cotidiano. Airear las bases subterráneas , las catacumbas que damos por hechas y nunca abrimos. Descorchar el alma como una botella que estaba esperando una gran ocasión. Buscar la novedad que estimule nuestras vidas como cuando se descubría el mundo durante la infancia. Nuevos colores, palabras, gentes y formas. Como si se naciera hoy. Perseguir la belleza, cazar la presa estética con las garras de la mirada. Perseguir los fragmentos de las historias que atraviesan espacio y tiempo y nos constituyen a todos un poco. Y asegurarnos de que hay una vía de escape. Ir, verla, y volver, con la tranquilidad de que está ahí.

Metáfora

Buscando la esperanza, una madre encierra en su puño la medalla de la Virgen que cuelga de su cuello, y la aprieta fuertemente contra el pecho. En la puesta de sol de Oia , notas como todo tu cuerpo fuera esa mano; encierras en el puño el disco solar y lo aprietas fuertemente contra tí.

Navegar

El horizonte plano marino, mínima expresión; la facilidad con la que una simple línea azul engaña a la mente, y a lo largo de días remueve el subconsciente haciendo aparecer islas y monstruos que sólo están dentro del observador.

Cómo es

C ómo es!... Igual que en un experimento psicológico con animales , repetimos obsesivamente los tics que nos acercan a las fuentes que nos permitan ser aquello que queremos ser. Repetidamente, nos acercamos a las personas ante las que podemos ser aquello que nos gusta ser. Y no somos más que ese conjunto de repeticiones. Trabajar para ser trabajadores y amar para ser amantes. Nos vemos en los ojos de los demás; quizás en los ojos de muchos o quizás en los de pocos. Necesitamos que sus pupilas nos reflejen, nos digan qué somos. Repetimos los gestos que una y otra vez iluminan la mirada del prójimo con admiración. O terror. Vamos a la caza de una historia. No somos nada más que nuestra propia sed insaciable por tomar nuestra historia. Y nos aferramos a esa historia que queremos hacer nuestra como lapas, montamos esa imagen que queremos que sea nosotros, ese ideal, y aguantamos en su lomo las sacudidas, hasta domesticarla o hasta que, salvaje, nos haga caer al suelo.

Tauromaquia

En la palabra escrita -de hecho, en cualquier forma de expresión estática- dejamos constancia de nuestra lucha por asir la realidad, nuestra realidad. Cada novela y cada poema es como una corrida de toros: el hombre contra la noble pero oscura bestia del sinsentido , del vacío, intentando reducirlo y construir un espacio libre de las fuerzas de la naturaleza , un círculo en el que la gloria permanezca estática, sin ser borrada por el tiempo.

El karma

- Me parece muy facilón que alguna gente pobre simplemente ponga la mano y pida dinero; son más dignos los que al menos intentan hacer algo para merecerlo, ya sea cantar -por mal que lo hagan- o vender kleenex . - No creas; cuando das limosna porque sí, el acto tiene una pureza especial. Pagas por sentirte bien, por sentir que has influido positivamente en una vida desgraciada; ese es el producto con el que comercian. Y no es poco: el mercado del buen karma , del sentirse bien con uno mismo sea mediante limosnas, propinas, donaciones y compra de productos solidarios es un mercado soterrado como el del sexo o las drogas, pero estoy seguro de que mueve mucha pasta. Al fin y al cabo, también trafica con necesidades humanas ocultas...

Productos

El placer de encontrar el producto que encaja exactamente con lo que necesitas, ni más ni menos. Ese producto en el que la relación calidad-precio es exactamente 1, por el que sólo pagas lo que vale y no te cuesta pagarlo. Esas cosas que encuentras que se adaptan perfectamente a lo que buscas, que encajan contigo, con tu perfil, y tienes la sensación de que te durarán muchísimo tiempo, de que son intemporales y no pasarán de moda. Que te estaban esperando específicamente a ti para formar parte de tu vida. Puede ser un reloj que marcará tus horas durante años, una maleta con la que harás grandes viajes, una camiseta que te acompañará en tus mejores noches, unas bambas con las que recorrerás largos caminos o entradas para festivales que siempre recordarás. Cuando los encuentras, encuentras un poco trocitos de ti mismo que estaban desperdigados por el mercado y necesitabas para completarte.

Luces de colores

Las luces de colores, o más exactamente el concepto que representan -la llamada de atención, la provocación consumista, el guiño de ojo más básico del marketing - está universalmente presente. De niños, tenemos los sonajeros y juguetes con músicas y luces. Ahí empieza la cosa. Nuestra curiosidad primate se ve atraída por esas irregularidades de la realidad, y disfruta examinándolas. Después podríamos ya situar las luces de las máquinas tragaperras y los neones de los casinos; sería el ejemplo más clásico de las luces de colores como herramienta para atraer a un público. Pero si nos fijamos hay luces de colores super refinadas, y en todas las formas de expresión artística: recientemente me he dado cuenta de que en muchas películas el autor para darle una capa de brillo a su película copia aquello que en su momento fue original y llamó la atención en alguna peli de culto -pero claro, copiar aquello que es original, por definición, NO es original-. Desde Pulp Fiction y Memento todo