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Mostrando entradas de febrero, 2009

Paredes

La mayoría de las personas no soporta las paredes vacías. Y ahí están, para ahuyentarlas, los cuadros, estanterías decorativas, los tapices... Y es más: normalmente, quien no soporta las paredes vacías tampoco soporta las páginas en blanco, ni los silencios, ni los largos recorridos a través de una meseta, ni una vida sin ningún sentido. Es una actitud muy humana que se remonta a los tiempos de las cavernas y sus pinturas rupestres. Ante la nada, el ser humano se manifiesta para poder ser humano, para poder ser algo distinto a nada, a la roca desnuda. Y es totalmente lógico que nosotros, como algo que somos, tengamos ese instinto natural contra la nada. Pero cuando una pared está ya totalmente decorada, y pasan los años, la mayoría de la gente acaba por aborrecer esa vieja decoración. Pasa de moda. Pasa desapercibida. Pasa a ser nada, de nuevo. La diferencia es lo que provoca el destello, la ilusión temporal de que algo ha cambiado. Pero la nada, o quizás el todo, es como el moho en u