El primer entrevistado era un hombre de unos 40 años, alto y escuálido. Se presentó con el torso desnudo, mostrando un tatuaje en el pecho, a la altura del corazón. Tras examinarlo un instante, me dí cuenta de que era su propio rostro lo que se había hecho tatuar. Me dijo: - Yo creo que el único sentido claro que tiene la vida es superar tus miedos. Si temes algo, ya sabes lo que has de hacer: has de ir a por ello.
Cada vez que alguien me dice "Cómo deseo ser rico!", yo le respondo "No es verdad, no deseas dinero. Quien desea dinero, tiene dinero. Es de los objetivos más asequibles en la vida. Tú no deseas dinero: tú deseas dinero, pero sin tener que trabajar o estudiar demasiado, sin pasar noches en vela, sin dejar de ver a los tuyos, sin tener que dejar de disfrutar de la vida, sin hacer nada malo a los demás, sin renunciar a tu intimidad, a tu salud..." Y así una larga lista de "quiero dinero pero sin". Además: si efectivamente te concediesen tu deseo, si tuvieras una fortuna, al poco comenzarías a desear cambiarla por otras cosas: "daría la mitad de esta fortuna por conocer el amor verdadero"; "daría una décima parte de mi fortuna por cambiar mi aspecto físico"; "daría una quinta parte de mi fortuna por alargar unos años mi vida"... Con lo cual volveríamos al ciclo de los deseos, estaríamos como al principio, cuando aún no había apar...
Así fue como la divinidad me concedió el don, y pude ver todas las cosas como son realmente. Como el lento despegue de los efectos de una droga, comencé poco a poco a darme cuenta de que la mesa en la que apoyaba también podría ser una silla -podría usarse como tal-; también podría ser un taburete, o un tablero de juego. Mirándola con más atención me dí cuenta de que también era música, y un ser vivo. Y un lujoso abrigo y un manjar exquisito. Primero veía todo esto secuencialmente, una visión detrás de otra, pero el ritmo de las visiones se aceleraba, cada vez veía más cosas que la mesa era, y más cosas que eran las paredes, y los muebles, y las cortinas, y todo ello se amalgamaba como una tempestad de pájaros graznando horriblemente, emitiendo todos lo sonidos posibles a todos los volúmenes; oía susurros y también, al mismo tiempo, gritos de pánico. Finalmente toda la masa de existencia pura se hizo una sola gran nube gris, un huracán descomunal de palabras en el que yo flotaba. Yo en...
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saludos.
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