O no...
El caso es que no era un mal filósofo, os lo digo en serio. Es decir, en la universidad fue un alumno destacadísimo , y por eso el catedrático de Estética lo había recomendado para una estancia en Viena . Introducido por su mentor en los círculos intelectuales de la época, conoció a la flor y nata del pensamiento de su tiempo.Y precisamente ahí comenzaron sus problemas, cuando tuvo que "salir al escenario". Cuando todos se reunían, por ejemplo, para conversar durante una visita de Albert Camus , éste decía "el único problema filosófico importante que existe es ¿se ha de suicidar uno?". Y entonces se oía la vocecita de nuestro protagonista, de fondo, que decía "o no...". Todos se giraban hacia él, esperando una confrontación dialéctica. Camus le miraba interrogante. Pero él, entre el poco francés que sabía y que realmente creía ante una sentencia aleatoria así era suficiente un "puede que sí pero quizás no!", no decía nada más en toda la reu