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Mostrando entradas de noviembre, 2008

O no...

El caso es que no era un mal filósofo, os lo digo en serio. Es decir, en la universidad fue un alumno destacadísimo , y por eso el catedrático de Estética lo había recomendado para una estancia en Viena . Introducido por su mentor en los círculos intelectuales de la época, conoció a la flor y nata del pensamiento de su tiempo.Y precisamente ahí comenzaron sus problemas, cuando tuvo que "salir al escenario". Cuando todos se reunían, por ejemplo, para conversar durante una visita de Albert Camus , éste decía "el único problema filosófico importante que existe es ¿se ha de suicidar uno?". Y entonces se oía la vocecita de nuestro protagonista, de fondo, que decía "o no...". Todos se giraban hacia él, esperando una confrontación dialéctica. Camus le miraba interrogante. Pero él, entre el poco francés que sabía y que realmente creía ante una sentencia aleatoria así era suficiente un "puede que sí pero quizás no!", no decía nada más en toda la reu

Escribe!

Escribe tus cuadernos hombre! Si tienes una hoja en blanco, escribe algo en ella. No importa en absoluto si es bueno o malo, siempre habrá tiempo de tirarla hecha una bola después. Las papeleras son de lo poco en esta vida que permanece fiel. Si tienes un cuaderno, un folio, escríbelo , llénalo de ti , deja tu huella. Marca una herencia, graffitea la vida! No dejes páginas en blanco reservándolas para una gran historia. La gran historia, cuando llegue, encontrará siempre una gran cantidad de folios esperándola, como huevos deseosos de eclosionar.

Aleph

Así fue como la divinidad me concedió el don, y pude ver todas las cosas como son realmente. Como el lento despegue de los efectos de una droga, comencé poco a poco a darme cuenta de que la mesa en la que apoyaba también podría ser una silla -podría usarse como tal-; también podría ser un taburete, o un tablero de juego. Mirándola con más atención me dí cuenta de que también era música, y un ser vivo. Y un lujoso abrigo y un manjar exquisito. Primero veía todo esto secuencialmente, una visión detrás de otra, pero el ritmo de las visiones se aceleraba, cada vez veía más cosas que la mesa era, y más cosas que eran las paredes, y los muebles, y las cortinas, y todo ello se amalgamaba como una tempestad de pájaros graznando horriblemente, emitiendo todos lo sonidos posibles a todos los volúmenes; oía susurros y también, al mismo tiempo, gritos de pánico. Finalmente toda la masa de existencia pura se hizo una sola gran nube gris, un huracán descomunal de palabras en el que yo flotaba. Yo en

Ernest Hemingway

Cuando era profe aplicaba una táctica para ahorrarme clases: poner trabajos a los alumnos y que ellos dieran la clase exponiéndolos. Inspirado por aquellas artimañas comienzo una serie de posts que no tendré que escribir yo (demasiado), sino que ya han sido escritos por los grandes: intentaré recopilar los grandes momentos literarios que he tenido la suerte de leer. Puede que me canse después del segundo post o puede que continúe ; en el mundo de los blogs la continuidad siempre está en el aire... Comienzo con el fragmento literario #1 en mi vida, extraído de "París era una fiesta" de Hemingway . Unas palabras que considero genuinamente inspiradas. Tengo la sensación de que algo que entra tan directamente, como una estocada limpísima , no puede haber sido premeditado, pensado. Es más bien como el movimiento natural y automático de una pierna al caminar o de una mano al coger el vaso. Es la transmisión pura de realidad. No creo que Hemingway pudiera escribir esto de otra