El murmullo de la ciudad es un silencio. Es un gran ruido blanco, carente de significado: básicamente como un silencio al que se le ha aumentado el volumen. Un silencio que es la suma de miles de silencios.
El primer entrevistado era un hombre de unos 40 años, alto y escuálido. Se presentó con el torso desnudo, mostrando un tatuaje en el pecho, a la altura del corazón. Tras examinarlo un instante, me dí cuenta de que era su propio rostro lo que se había hecho tatuar. Me dijo: - Yo creo que el único sentido claro que tiene la vida es superar tus miedos. Si temes algo, ya sabes lo que has de hacer: has de ir a por ello.
Cada vez que alguien me dice "Cómo deseo ser rico!", yo le respondo "No es verdad, no deseas dinero. Quien desea dinero, tiene dinero. Es de los objetivos más asequibles en la vida. Tú no deseas dinero: tú deseas dinero, pero sin tener que trabajar o estudiar demasiado, sin pasar noches en vela, sin dejar de ver a los tuyos, sin tener que dejar de disfrutar de la vida, sin hacer nada malo a los demás, sin renunciar a tu intimidad, a tu salud..." Y así una larga lista de "quiero dinero pero sin". Además: si efectivamente te concediesen tu deseo, si tuvieras una fortuna, al poco comenzarías a desear cambiarla por otras cosas: "daría la mitad de esta fortuna por conocer el amor verdadero"; "daría una décima parte de mi fortuna por cambiar mi aspecto físico"; "daría una quinta parte de mi fortuna por alargar unos años mi vida"... Con lo cual volveríamos al ciclo de los deseos, estaríamos como al principio, cuando aún no había apar...
Y por dentro, igual. Seguimos siendo un gran enigma, una gran bola vacía, oscura, impenetrable. Suena la música. Una nota entra en nuestra cabeza, y luego qué? Dónde va a parar? Podríamos seguirla, localizarla, o se ha perdido para siempre en un océano infinito que cabe en un sombrero?
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