El murmullo de la ciudad es un silencio. Es un gran ruido blanco, carente de significado: básicamente como un silencio al que se le ha aumentado el volumen. Un silencio que es la suma de miles de silencios.
Heidegger identificó Zuhanden (listo para usar) como el modo de ser de las herramientas. Tienes que clavar un clavo en la pared. A tu lado tienes un martillo. Simplemente coges el martillo por el mango, de forma natural, sin necesidad de artificios, y golpeas el clavo. El martillo es una simple extensión de tu mano. Es una herramienta, así que no le prestas atención; la actividad no está protagonizada por el martillo; no es una experiencia en sí mismo. La experiencia es la acción a la que contribuye. Si el martillo tuviera un mango extraño, inusualmente áspero o resbaladizo, o estuviese roto, desencajado, y fuera algo más complejo de utilizar, pasaría a ser Vorhanden (presente en la mano). La experiencia de la herramienta ya no es directa, elemental, intuitiva. El martillo se siente, se hace visible, se manifiesta. Pasa a co -protagonizar la experiencia. Sirve de herramienta pero cobra un peaje. Es un agente de la acción; incluso cobra cierta personalidad. Nos jode , nos enfada, le
Más, mucho más que en la inteligencia, creo en el baremo de las miradas. Hay personas que miran de forma desorganizada, o autoritaria, o incompasiva. Digan lo que digan los test, de estas personas no se puede esperar un gesto inteligente. Hay personas que miran con ojos temerosos, erráticos, como periscopios espías a los que el resto de los órganos les han dicho "id a ver que hay ahí fuera" y ellos han ido a regañadientes, no sin haber protestado "y por qué tenemos que ir nosotros... que vaya el hígado"... y efectivamente estas personas ven tanto con sus ojos como podrían haber visto con el hígado. Porque temen lo que puedan ver. Hay miradas, en cambio, que acarician lo que ven. El mundo pasa a través de sus retinas sin hacer ruido, cautelosas se depositan las imágenes sobre sus neuronas como suave polvo. A sus ojos, nada es pequeño o grande, sólo necesario. Nunca son sus globos oculares extrañas glándulas segregadas y colgantes del resto del cuerpo, elementos b
El primer entrevistado era un hombre de unos 40 años, alto y escuálido. Se presentó con el torso desnudo, mostrando un tatuaje en el pecho, a la altura del corazón. Tras examinarlo un instante, me dí cuenta de que era su propio rostro lo que se había hecho tatuar. Me dijo: - Yo creo que el único sentido claro que tiene la vida es superar tus miedos. Si temes algo, ya sabes lo que has de hacer: has de ir a por ello.
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