Crisis!

Los estafadores hicieron como que le ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el emperador salió con ella en un desfile sin admitir que era demasiado inepto o estúpido como para poder verla.

Toda la gente del pueblo alabó enfáticamente el traje temerosos de que sus vecinos se dieran cuenta de que no podían verlo, hasta que un niño dijo:

“Pero si va desnudo”

Es un cuento viejo (1837!) pero algunos parece o que no lo han escuchado en su vida, o que llevan la corbata demasiado apretada como para recordarlo con precisión.

En fin, al menos esta situación que nos toca vivir nos sirve para sacar una conclusión, y es una conclusión digna de tragedia operística: no importa cuantos MBA hagas ni cuanto te hayan costado, no importa cuantos parientes tuyos hayan sido banqueros antes que tú, no importa cuantos idiomas hables, no importa cuantas influencias tengas ni cuantas carreras te hayas sacado en otras tantas universidades extranjerías: la economía mundial sólo se mueve entre los polos de la cobardía y la ambición, por el puro miedo y por el hacer lo mismo que hace el de al lado para no ser menos.

Demasiada ambición como para seguir las reglas que dicta el sentido común, esas reglas que comprende incluso el niño del cuento, y demasiada cobardía para rectificar cuando se falla. La economía va a la deriva en un mar de instintos, de
sobreconfianzas y miedos irracionales, y no hay reglas fijas que le sirvan de boya.

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