Imposibilidad

Quizá sea obvio que toda miseria, toda pena, está relacionada con una imposibilidad. Están las imposibilidades "físicas", las relacionadas con procesos irreversibles: no es posible volver al pasado, ni olvidar, ni resucitar ni hacer que el tiempo transcurra más rápido o más lento.

A veces me ha dado la sensación de que todas las imposibilidades de la vida se reducen a este tipo, a imposibilidades físicas. Pero últimamente he venido pensando que la imposibilidad que desde siempre me ha causado más dolor no se ajusta a la categoría física: se trata de la imposibilidad de que alguien cambie.

Millones de referencias cruzan la vida de una persona, miles de millones de experiencias, influencias culturales o de conocidos, y además está la base biológica del comportamiento. Si unimos esa maraña al hecho de que en realidad me resultaría casi imposible decir con certeza en qué sentido me gustaría que alguien cambiase -quizá en realidad no me gustaría-, el resultado es que la comunicación, la expresión de deseos y sentimientos, me parece prácticamente un milagro. En serio, me parece asombroso que dos entidades tan complejas puedan llegar a transmitirse información y ser tenuemente comprendida entre ellos, o incluso que pueda llegar a ser comprendido por uno mismo lo que está diciendo.

Es algo así como lo dijo alguien, cada uno sale cada día a la calle con un guión aprendido, el problema es que no es el mismo que el de los demás.

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