Sinceridad

La sinceridad es una cualidad tremendamente sobrevalorada. ¿Qué seríamos sin poder crear realidades alternativas a la oficial? ¿Primates? ¿Suicidas?

La realidad objetiva no es más que un conjunto de puntos de vista, normalmente promediados por el peso del dinero. Por eso, la mentira es vista como una ruptura del contrato colectivo. Como una infidelidad, más que como una falta de honestidad, o de rigor. No se condena la falta de objetividad sino el timo malicioso. Es típico: la instauración de un pecado suele estar destinada a proteger el consenso, el bienestar material de la colectividad.

Como tantas ilegalidades, la falsedad tiene su vertiente chic, más o menos permitida; esa maldad minúscula que es necesaria para sobrellevar el día a día y te permite sentirte como un niño malo, como un pequeño rebelde. La vertiente legalizada de la mentira se llama arte.

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