La cigarra y la hormiga - Segunda parte
Tras decirle aquello, la hormiga cerró tras de sí la pesada puerta del hormiguero, dejando fuera a la cigarra con su violín. Fue un invierno largo, especialmente largo, el que pasó la hormiga dentro del hormiguero. El trabajo no se había detenido, sólo había cambiado: ahora ya no se trataba de recolectar alimentos, sino de cocinar, limpiar, excavar nuevos túneles, mantener los almacenes... y además sin ver ni un rayo de luz solar. Echaba de menos el verano, y en cierta manera, echaba de menos la música de la cigarra, que le hacía más liviano el trabajo. Ahora recordaba cómo tatareaba las mismas canciones que le oía tocar, y eso le servía para imprimir ritmo y alegría a sus quehaceres. En el hormiguero había pocas distracciones, era un entorno francamente estresante y claustrofóbico . La hormiga estaba cada día más deprimida y agobiada, no se sentía compensada con tanto trabajo y tan poca diversión. Incluso comenzaba a pensar que más le hubiera valido ser como la cigarra. Ahora estarí